Hace unos minutos leo en el muro de FB la noticia por la cual abro el siguiente post, he dejado un mensaje escueto, ahora toca compartirlo en este espacio de caracol, cada vez más aterrado por lo que nos está cayendo (y lo que viene)
"Bienvenidos al 'spin-off' del nazismo en España. Ya tenemos la mayoría de los cambios para hacerlo una realidad,...
Nocturama 2011. Miércoles 17 de agosto. Verano creciente. Unos meses después de su última visita por la capital hispalense, Christina Rosenvinge retornaba para presentar en el ciclo Nocturama temas de sus últimos discos, especialmente de aquellos que precedieron su aventura americana. Como viene siendo ya recurrente en el ciclo, el público sevillano acudió generosamente, siendo en esta ocasión una de esas en las que se podría hablar de un lleno casi total. Enhorabuena de nuevo a LaSuite.
Acompañada de una agrupación mínima, presagio de la intimidad del concierto que íbamos a presenciar, Christina subió acompañada por el violonchelo de Aurora Aroca, quien forma parte de Boat Beam y ha colaborado con Russian Red y Raúl Fernández (Refree) a la guitarra y teclados. El combo dio a los temas una firmeza y soltura que difícilmente podría llenar sola en el escenario.
Los primeros temas “La distancia adecuada”, “Nadie como tú” y “Negro cinturón” sirvieron un delicioso inicio, momento adecuado que sirvió para relajar los ánimos y disponernos a pasar la siguiente hora en compañía del trío. Entre el público se vieron pocas caras familiares, cuestión que nos hizo pensar en la convocatoria de la Rosenvinge, atrayendo un público distinto al que suele aparecer por los jardines del Monasterio. De igual manera también hubo algunos perdidos que escucharon de vez en cuando con interés los temas de la diva madrileña y en otros descuidaron el seguimiento al concierto, lo cual también tiene su encanto. Momento notorio cuando una chica francesa gritó justo en el instante que se crea ese silencio entre tema y tema: ¡Christina!, siendo respondida por ella desde el escenario con un “hooola”. Suspiro y sonrisas entre el público. Cómplices y quizá un tanto de celos ante la espontaneidad que dio un buen momento entre artista y público, esas chispas que brillan entre tanta solemnidad.
Llegó entonces “El sud” de Refree, uno de los dos temas que versionaría en la noche (la otra fue “Hallelluyah” de Leonard Cohen). Entre el público, al terminar el concierto, escuché a un par de personas comentar que este había sido el punto alto del concierto, quizá junto con ‘Tok, toc’ (Continental 62, 2006). Del primer tema imagino que optaron por darle tal nomenclatura al ser conocido por un público amplio, del segundo seguramente por la intensidad con la que la Rosenvinge la interpreta en vivo, además de ser uno de esos temas que se escapan de una discreta monotonía que empaña su directo.
Tal monotonía da para mucho. Uno puede sencillamente dejarse llevar por la belleza de los temas, los cuales son más recitados que cantados, más parecido a una interpretación teatral que a una vocal; de espacio para charlar con la compañía e intercambiar opiniones (escucho detrás nuestro: “Qué joven! Qué guapa!” y pienso entonces en su carrera de más de tres décadas. Termino por asentir mentalmente, subida en el escenario es una mujer atemporal). Eso sí, no mire demasiados bostezos, la monotonía no se convirtió en cansancio o pesadez, por lo cual pienso que tiene la destreza de hacer que esos temas, susurrados e íntimos, calen tan hondo que lo que no pase no haga falta ni se eche de menos.