(Segunda publicación de la crónica día a día de la grabación del primer disco de Mañana)
Tenemos grabadas las bases de Buena suerte, El momento en que perdí, Río abajo, El funeral en casa. Ahora tengo hambre. Estoy cocinando algo y no me concentro, aún cuando el día es cálido e invita a estar sentado sin hacer nada más que respirar y concentrarse en toda la vida que tiene que vivir en ese jardín. (14:14 hrs)
He terminado de comer. Guisé arroz a la mexicana, un par de huevos fritos, refresco de naranja y una excelente tarde en el porche. Suena The Cure y sus chicos que no lloran, han sonado Los Labios llameantes, su Majestad Bowie, Los Clash y poco más, el DJ Random a veces atina y tiene destellos bestiales. Como esta tarde, en silencio, comiendo a solas, escribiendo, repasando lo que hemos grabado por la mañana, en teoría deberíamos tener grabadas todas las bases para cuando termine el día. Todavía no llego a ese momento de la tarde, puedo intuir que no tendremos trabas, que para eso ayer y el largo día de espera. Hoy la espera ha desaparecido, no estamos pendientes de ella y podríamos afirmar que ha desaparecido, aquí lo único que se desliza, como este viento fresco de otoño, es la música que se graba en un ordenador y que dentro de poco, cuando menos lo pensemos, estará completa, terminada o abandonada, como el cliente decida nombrarle. (15:56 hrs)
Llega la noche, abre su ventana, le hemos derrotado. Tenemos las bases de las ocho canciones, bajo y batería (en algún tema se ha colado una trompeta reciclada). Salimos de nuevo hacia la ciudad, imagino ahí la vida continúa, imagino que no se detuvo a pensar en pensar en nuestros esfuerzos, imagino inclusive que no piensa ni en sus habitantes, quienes le transcurrimos como granos de arena bajando estrepitosamente en pendiente, directos a la espera de otro día, y otro más. Por lo pronto, mientras nuestros descuidos nos conducen con mayor rapidez, iremos a cama, que mañana ya pensaremos en lo que nos preocupaba hoy. (20:15 hrs)
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