Francisco Nixon en Nocturama
El quinto concierto del Nocturama del mes de agosto fue protagonizado por Francisco Nixon, proyecto en solitario de Francisco Fernández (Australian Blonde) y Ricardo Vicente (Tachenko), ambos antiguos miembros del grupo La Costa Brava. La selección de grupo de este ciclo veraniego ha sido un acierto; si en semanas anteriores Triángulo de Amor Bizarro aportó las dosis de punk y la visceralidad, Klaus & Kinski la versatilidad musical, Arizona baby el folk con tonos vaqueros e indios del sur, Christina Rosenvinge la placidez de la estética contemplativa, y Fiera con su experimentación rítmica punk; Francisco Nixon apuesta por el rock pop de toda la vida, el indie clásico que no cambia ni se inmuta por lo que sucede alrededor. Que sigue fiel, mirándose a si mismo.
Por ello, el público que se acercó al Monasterio de La Cartuja, unió tanto a los melancólicos de aquellos lejanos Australian Blonde (y los más cercanos La Costa brava) y los nuevos seguidores de Nixon, gracias a un espléndido trabajo publicado en 2009 (‘El Perro es mío’, Siesta). De tal manera que el concierto fue llevado con sobriedad por ambos caminos, entre algunos temas para los nostálgicos y los más nuevos de este último proyecto. Si algo mantiene una conexión entre ambos trabajos es el cuidado en unas letras, inmersas en un mundo pop, donde el amor prevalece ante nimiedades sociales o críticas, éstas son letras de amores edulcorados, historias de hombres pasando a la madurez que siguen buscando sus conquistas en bares para jovencitas, un lirismo que ha encontrado una genial acogida en un público fiel. De cierta manera uno no puede dejar de pensar en aquel enorme Sergio Algora (1969-2008) y su peculiar universo lírico, el cual ha tenido una maravillosa y efectiva continuidad en el trabajo de Fran Fernández.
Escucho en el reproductor las canciones que sonaron aquella noche, y de cierta manera no dejan de emocionarme, las composiciones que grabó Paco Loco son impecables, quizá por ello el directo, un tanto soso y repetitivo, decayó por momentos (cosa que los fieles de primera fila desmentirían inmediatamente), aunque teniendo brillos inmejorables pudieron sostener un directo que estuvo a punto de hundirse como el Titanic mismo.
Algo que me ha dejado anonadado es la falta de complicidad de Fran Fernández, para con su público. Una persona que lleva años en la música y que durante el concierto apenas tuvo un gesto con ellos, que coreaban fieles tema tras tema. Incluso Ricardo arriesgó a comunicarse con los asistentes mediante pequeños gestos durante el concierto. Terrible el detalle de bajarse del escenario a los 40 minutos de concierto y pedir que subieran la música mientras descansaban un poco, la actitud me pareció sinceramente de una orquesta para bodas. #epicfail.
Por ello he preferido quedarme con las cosas buenas del concierto: unos temazos que aunque no sonaron del todo correctos, supieron extraernos durante una noche de verano sevillana, hacia terrenos peligrosa y adictívamente pop; unos temas que alegraron los corazones de quienes participamos coreando los temas y aplaudiendo con ganas cuando terminó el recital. Quizá haya sido el concierto más flojo del ciclo, pero el listón de este agosto en Nocturama está alto este año.
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